Una vez, tuve la valentía de poner en palabras mis tres meses de embarazo:
Maternidad, llena de dudas y dolores, culpas y temores, que se viven sola. Todo lo que se ha dicho sobre la maternidad y el aborto, no alcanza. Las explicaciones que busco, sé que existen, que mis preguntas son legítimas. Pero eso sólo lo pienso yo.
El amor no es obvio.
¿Afectaré el bebé por pensar así? Primera culpa
Y no estoy segura de amar, como pensé que lo haría cuando llegue este día. Primera duda.
Insegura, sin sueños ni proyección, ni un deseo sobre mi. Primeros dolores.
El futuro, que ante miré con expectación, hoy me causa temor.
Ciega, sólo me muevo por instinto, reaccionaria.
¿sigo siendo yo? ¿o morí? ¿cuánto de mi se ha muerto? Yo sólo lucho para no dejar de existir. No quiero renunciar a mis sueños. Culpa otra vez.
Y mi propia familia me intenta hacer desaparecer. Imponen obligaciones, comportamientos, comidas y poco a poco, el ¿cómo estás? ahora es ¿cómo está el bebé?
La maternidad, algo tan íntimo y sensible, parece ser sujeto de opinión pública y social, y todos piensan en su curiosidad y no respetan nuestra intimidad. Nosotros, que aún tenemos que conocernos, descubrirnos, presentarnos. Yo quiero, con el tiempo saber cómo te llamas, para saber cómo nombrarte, porque hoy, incluso la palabra hijo me queda impronunciable.
En mis sueños, he comido y bebido, celebrado y tenido calma, sentada junto a mi abuelo. Gracias por traer a mis sueños, lo que al despertar no puedo tener.
Pido respuestas, sabiduría, calma.
03/2018
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