Han sido años cabando su tumba. Mis puñados de tierra sólo encuentran desesperanza y mis uñas no son suficiente ante la tierra infinita. Desesperada y enceguecida, sólo puedo seguir cabando, mientras lloro. Estoy segura de que sigue ahí abajo, esperandome, que no ha muerto. Traigo un rayo de sol para cuando la encuentre, clavarlo en su corazón y recordarle la vida.
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